miércoles, 8 de junio de 2016

-Doña Josefina Rodriguez…

Lo abrazó sin dejarlo continuar y tan efusivamente como solía hacerlo cuando era niño. Tomás, el único hijo que prodigaba su cariño ahora en sus abrazos, tenerlo ahora cerca por sí era muy extraño, acostumbrada a discusiones exageradas y trasnoches. Él había sido respetado de forma intimidante por todo el barrio por ser delincuente peligroso.  Su aspecto callejero infundía en su mirada clara y pícara temor. Tantos atracos y homicidios le dieron el mote de Tomás cuchillo, con las chicas mantenía intactos sus naturales aires de conquistador al igual que su aspecto de dembowsero rompedor, urbano pero algo extremo, vistiendo siempre T-shirt anchos con jeans estrechos y aretes, ya fueran amarillos, verdes o azules. En las miradas de un grupo de menores del barrio, quienes dejaron de chatear por sus celulares para observarle, advertía que aún ejercía sobre las mujeres una respetable fascinación.
-¿Pero qué haces en Gua ley, pequeño cabrón? Estás como es.
Mantenía su forma callejera de hablar de siempre y su voz, tan maliciosa como entonces, le hizo recordar sus conversaciones y su bajo mundo. Sus andanzas con agresivos pandilleros, las bandas de naciones de las que Tomás siempre sacaba tajada y que eran a menudo su salvación económica, los parties que era capaz de organizar en caseríos del Ozama, repletas de sopletes y platas de los atracos, ventas de drogas, su maravillosa casa familiar en pleno barrio reuniones con los denominados King. Fue sometido a 7 años de prisión y hoy regresaba.
-Dame la luz toy clara, que no eres un maldito hablador y que das tablas, y que eres un king de palabra –ironizó-. Me prometiste que volverías, y aquí estás.
- Siete años después. Pero he cumplido.
-¿Liberado?
-Liberado por fin mamá.
-¿Y la chamaquita aquella…?
-Acabó en nada. ¿Y tú, Tomás?

-Solin. Nunca he dejado el chapeo de menores, ya sabes que lo que lo que.
-Y… ¿ya olvidaste el joropeo y de dar tabla?
-Lamento comunicarle a la doña que desde hace cinco años, querida. Sentí mucho lo del viejo, se infarto por no quedarse tranqui, yo soy un men nuevo vieja. Con la mirada llorosa le dijo aun tienes ese Martini. Eso sí, la copa ya la tenía vacía. Y manin como esta. No duró ni un mes después de tu encarcelamiento para que se hiciera policía. Sin el efe de tu padre. Que se murió de pena, él se enganchó y me mantiene pero a propósito, y  contenta además porque estas a mi lado, qué le vas a decir a él. Como si no hubiera tenido bastante.
-Lo siento. Me acuerdo de él. Ya sabes que lo quiero mucho es mi manin.
-Y él a a ti. Pobre, fíjate si sabía poco de la vida que te ponías de ejemplo a ti. Oye, ¿y tus panas?
-Dale mente. Son delincuentes.
-Y ya empecé a tirarte que lo que, ¿eh? Tú tranqui mijo en casa, ¿la recuerdas? Quien iba a creerlo, ¿verdad? Tomás, Tomás. ¿Una fría, un Brugal, un whisky?
-Lo que tú elijas estará muy bien vieja.
-Dos pollos asaos y dos hermosas cervezas frías. ¿Ta Bueno ahí, pequeño cabrón? Y ahora me cuentas qué haces aquí. Y si quieres, intentamos pasar un buen rato con estas menores shapiadoras, que no hace nada eran casi niñas, ¿recuerdas ese drink, pequeño cabron?
Le guiñó un ojo y con un gesto tan armonioso como natural de una madre le invitó a sentarme en uno de las sillas del drink, levantó displicentemente dos dedos para llamar la atención del camarero, le rogó que fuera él quien le pidiera lo que habían acordado y le avisó de que, mientras, iba a despedirse de la persona con la que estaba, un tipo vulgar de aspecto poco recomendable que los observaba desde el drink con ojos de tigüero y cara de asesino.
Luego le contó que aquel tipo del drink era alguien de poco fiar, que debía salir del lugar engañándolo, la madre salió claro, porque entonces podía acabar lleno de balas en el drink, ya que era uno de los contactos del probo de la cárcel donde estaba, entonces lo llamó, para despistarlo.

Porque resultó que Tomás no pago nunca el peaje de la cárcel, ni llegó a tener el prestigio de ser pagador , sino que se había dedicado a la única profesión que le gustaba y que encajaba como anillo al dedo en su vocación de vividor: ladrón profesional y Y casi siempre le había ido muy bien. Pero esta vez no, sonaron disparos aquel sicario lo siguió. Dos disparos.  Seguía caminando mientras veía que de su t-shir azul, salía un borbollón de sangre quiso llamar a su madre, mas ya no podía no le salía el habla, su madre lo tomó en su regazo y lo abrazó.

-Madre, podre morir ahora feliz
Porque al fin me perdonaste

Tomás violo sus propias reglas, las que no le salvaron de caer en las garras de la muerte. Que llevan a la desdicha en el bajo mundo, y por desgracia tomas había viajado por medio mundo, sin percatarse que algún día tenía que pagar los desastres de su mala vida llego luego su hermano el policía a quien le pidió perdón.

Todavía yacía tirado en el drink, al día siguiente corrió la noticia que rezaba asi: policía mata delincuente, mato a hombre honrado, el hermano de Tomás reivindicó su muerte y limpió su nombre. Había vivido sin tener nunca que trabajar. En la calle las personas hablaban divertidas que casi nadie conocía su verdadera profesión, decían las menores y unos cuantos vecinos.
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Respuestas a esta discusión

Gracias por tus letras poeta Brayner,te dejo mi abrazo...Evaluna
¡¡¡Espléndido Bryner Abrahan!!!
Un escrito un poco doloroso, pero al final con el perdón de por medio palabras para reflexionar, un placer leerte.
Interesante relato
Bueno Tomás como se dice murió en su ley, era un delincuente y como delincuente tenía que terminar mal.  Pero para la madre, no hay hijo delincuente ni malo.
Una historia diferente en verdad, que nos deja pensando, sobre los sentimientos que se alzan aún en la adversidad, aún en el fango cuando hay un amor maternal de por medio.
Gracias mi querido Brayner, por esta historia, que fuerte, pero profunda y con un final triste en medio de todo.
Un abrazo.
UNA MADRE QUE A PESAR DE 
SU INFELICIDAD, AMÓ  Y CREO QUE PERDONÓ A SU HIJO.

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