lunes, 30 de noviembre de 2015

La esgrima y la dama

La esgrima y la dama

Fue  en el Madrid galdosiano de 1868,  estaba leyendo el libro de Tolstoi Guerra y Paz. En el sofá tomándome una botella de brandy esperando a la joven Adela, la chica a la cual enseñaría  el arte de la esgrima toco la puerta y abrí rápidamente. Estaba ansiosa reclamando los servicios del maestro  se le veía en sus azules ojos coquetones.
No solo eso; además quiere que le enseñe la estocada de los doscientos escudos. Y ella me correspondió sensualmente con  uno de los movimientos más efectivos ideados  por mí don Jaime Astarloa. Luego fuimos a la cama luego de tomarnos una botella de brandy  encendidos por la pasión, lentamente nos desprendimos de toda la ropa. Hicimos el amor hasta llegar al éxtasis. Después, tomamos champán, para conmemorar el momento tan hermoso vivido, luego preparamos la cena y amanecimos juntos hasta llegar el sol, ella era de tez morena clara. Sus labios carnosos canela encendían el deseo de cualquier hombre en esta pecaminosa tierra, y su cuerpo de hembra llamaban al erotismo. Apenas terminamos, volvía a hacerlo de nuevo, su pasión no tenia limites verla sin ropa levantaba la pasión. Fue una noche de derroche de tangas y copas, y cansados del idilio nos refrescamos en la ducha más despacio.
Ayer por la noche volvimos a tomar una botella de brandy y al mundo donde los duelos ya no se pelean como caballeros, con la espada en mano, la esgrima sería el cuarto y, en lugar de salir permanecimos y volvimos de nuevo para amarnos, como siempre con la misma pasión que mi interior no creía. Como esto ocurría, era evidente, que me amaba y se había acostumbrado a mis caricias, y mi manera de amarla con lívido deseo. Así volvía cada noche cada día viciada por el amor sin control de su cuerpo moreno y caliente que encendía mi pasión hasta estropearme el sueño. Me levanté, y tome una copa de jerez. Celebré tanto amor desgastado de tanto sexo me dirigí a la suave cama.
—¿Qué te pasa? —Me preguntó— ¿Ya estas cansado?
De amarme ven descansa sobre mi cuerpo conmigo soñaras con las estrellas
Una brisa leve envolvió mi cuerpo y dormí.
—Hola —saludó ella— ¿Vas a desayunar conmigo, amor?
—Sí. Quien podría despreciar una botella de jerez y tan bella rosa perfumada como eres tú mi amor.
Luego yo le comente que pronto terminarían  El general Prim acecha ya al gobierno de Isabel II y la revolución es el tema de las tertulias de café.
—Lo haremos siempre.
La ciudad de Madrid estaba vacía los hombres de acaballo eran pocos.
Fue una tarde en el clase de esgrima Adela de Otero quiere que le enseñe mas recibí su visita con voz melodiosa.
—Hola.
—Cómo has estado amor?
—Sí. Quieres podría ir a tu cama después de la esgrima y hablaríamos.
Luego de la esgrima, tocó todo mi cuerpo y justo cuando la puse sobre el tablón, tocaron la puerta. Sigiloso me apreste a abrirla y blandí mi espada, un balde agua fría cubrió mi cuerpo, era el marqués de los Alumbres me confiaba un sobre lacrado con documentos de suma importancia. « ¿Por qué yo, Excelencia?», pregunte. «Por algo elemental, don Jaime. Es usted el único hombre honrado que conozco». Posteriormente, Luis de Ayala aparece asesinado de un certero tiro de florete en el cuello. La estocada precisa.


Adela ha desaparecido estoy inmerso en un mar de confusiones, y presiento lo peor.
Tratando de encontrar una explicación, decidí abrir el sobre lacrado, que contiene cartas comprometedoras, de traiciones y sobornos.

Estoy obligado a ponerme en contacto con un tertuliano asiduo, liberal y revolucionario de salón, con cuya ayuda espero encontrar el sentido de todo esta correspondencia y, por ende, la pista del asesino.
Pero él me avisa del descubrimiento en el río del cadáver de una mujer desfigurada que, según todos los indicios, puede ser Adela y sé que yo seré el próximo objetivo.

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